Augusto Ferrer-Dalmau 2
Galería de obras del artista Augusto Ferrer-Dalmau. Segunda parte.
Augusto Ferrer-Dalmau Nieto (Barcelona, 20 de enero de 1964) es un pintor español de estilo realista y académico de las Bellas Artes, especializado en pintura de historia y de batallas. Retrata en muchos casos diversos aspectos y épocas de las Fuerzas Armadas de España con gran naturalismo y atención al detalle.
Augusto Ferrer-Dalmau Nieto nació en Barcelona el 20 de enero de 1964 en el seno de una familia de la burguesía catalana vinculada al carlismo (es sobrino bisnieto del periodista e historiador carlista Melchor Ferrer Dalmau). Cursó sus estudios en el colegio jesuita de San Ignacio de Sarriá. A finales de los años 1980 trabajó como diseñador textil para distintas firmas, manteniendo siempre viva su afición por la pintura al óleo. Su vocación por la milicia y la historia le llevó también, desde muy joven, a pintar esta temática y escribir un libro (Batallón Román), aunque sus primeros trabajos independientes y autodidactas fueron paisajes, en especial marinas.
Más tarde, inspirado en la obra de Antonio López García, se centró en los ambientes urbanos y captó en sus lienzos los rincones de su Barcelona natal.4? Expuso en galerías de arte, y cosechó éxitos y buenas críticas. La obra de esta época está recogida en un monográfico del autor y en distintos libros generales de arte contemporáneo.6?7?8? A finales de los años 1990 decidió especializarse en la temática histórico-militar y comenzó a producir lienzos donde el paisaje se mezcla con elementos militares como soldados y caballería.
Instalado en Madrid desde 2010, ha colaborado con diferentes editoriales, asociaciones, instituciones,11? y entidades especializadas en la recreación de la historia militar en España. Se han publicado distintos libros monográficos sobre su pintura. Hombre comprometido con la cultura y el arte, lanzó la revista, FD Magazine, en la que aborda la historia de España y de sus gentes desde una perspectiva artística y social. Su obra y difusión está gestionada por la empresa Historical Outline, y sus pinturas ilustran numerosos libros, también portadas y revistas, especialmente de historia.
Ferrer-Dalmau ha estado en zona de operaciones de un conflicto internacional como Afganistán , Líbano y Mali haciendo bocetos, tomando apuntes y pintando, mientras convivía con las tropas españolas de la ISAF en 2012 y en 2014 en la provincia de Helmand con las Fuerzas Armadas de Georgia . El pintor compartió experiencias con el contingente de la ASPFOR XXXI, formado sobre la base de la Brigada Paracaidista, en Qala i Naw y en el puesto avanzado de combate (COP) Ricketts, en Moqur. Es la primera vez que un pintor español acude a una misión en el exterior para colaborar con el Ministerio de Defensa de España. Sin embargo, no es una práctica excepcional pues otros ejércitos tienen artistas de guerra, como el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, que cuenta en la actualidad con tres artistas oficiales, uno de ellos Michael D. Fay, presidente de The International Society of War Artists. sociedad de la que es miembro Ferrer-Dalmau. El pintor realizó el cuadro La patrulla18? como homenaje al soldado español. En mayo de 2016 también estuvo pintando a las tropas españolas en la misión del Líbano, en abril de 2018 con el Ejército Español en la Misión de Mali de la Unión Europea (EUTM-Mali) y en septiembre del 2018 en Siria con el Ejercito de la Federación de Rusia
Augusto Ferrer-Dalmau se marchó de Cataluña en 2010 debido a las presiones del nacionalismo catalán, hacia el cual el pintor ha manifestado en ocasiones su rechazo, afirmando: «Me siento muy catalán y muy español... Muchos catalanes estamos hastiados del nacionalismo».
“Estoy harto de que los extranjeros se meen en la bandera”
Augusto Ferrer-Dalmau viaja al pasado desde hace casi dos décadas a rescatar sobre lienzo el orgullo de la bandera española y el honor de sus ejércitos
Español hay que decirlo más. También: “No hay huevos”. Porque es el arma secreta que ha hecho invencible a las tropas españolas. “¿Qué crees que dijo el capitán del Glorioso?”. Eso. “Lo mío es pintar la goleada histórica y el buque El Glorioso pudo con siete barcos británicos. ¡Un 7-1! ¡Eso fue una goleada!”. Habla Augusto Ferrer-Dalmau, sin pelos en los titulares. Estamos en el estudio del pintor de soldados y batallas, donde compone una tortilla de honor, nobleza y épica para recuperar una memoria heroica que, dice, se nos olvida a los españoles. “Porque nos sentimos avergonzados de ser españoles. Yo quiero recuperar la otra memoria histórica”, cuenta. Su batalla está resumida en un libro, Bocetos para la historia, que acaba de publicar Espasa.
Es su particular viaje al pasado, cargado de orgullo rojigualda y una exquisita técnica, después de convertirse, en los años noventa para gusto de su marchante, en el Antonio López de Barcelona, en el pintor nacionalista que hoy le ha hecho famoso entre los más leales a la bandera española. Este catalán de 54 años ha recogido la tradición decimonónica de la pintura de historia, empeñada en levantar el ánimo patrio, la creación de mitos y el suflé de las leyendas. Una máquina de iconos no sobre la Marca España, sino sobre la marca de la hispanidad. El ADN de los españoles, a los ojos de Ferrer-Dalmau, es lanza en astillero y “la fórmula de la mala leche”.
La contraprogramación del buenismo
Sus escenas son evocadoras de un tiempo tan pasado y adaptado a ese genio guerrero, instantes decisivos de una bravura y altanería que ha desaparecido. Porque, por encima de los sables, las nieblas, los caballos y el barro, hablamos de pura nostalgia. De algo que el pintor echa de menos. “No me gusta que la gente muera, pero si hay que defenderse, hay que luchar. No quiero conquistar nada, pero quiero defenderme y debemos defendernos del yihadismo. ¿Quién nos va a entender cuando se acabe el petróleo y vengan a conquistarnos? No entenderé jamás a quien está en contra del Ejército. Nosotros, los españoles de 2018, somos lo que somos por los que combatieron antes por nosotros. España es un gran cementerio, no hay un palmo de suelo sin huesos de soldado. Es injusto que no les recordemos. ¡Somos una pandilla de desagradecidos!”, cuenta el pintor.
¿A qué teme más Augusto Ferrer-Dalmau, al anacronismo o al pacifismo? “Estoy harto de que me llamen facha por pintar estas cosas. Me acusan de apología militarista, pero yo pinto la esencia española y si no nos peleamos una vez al año, algo raro ha pasado. ¡Nacimos guerreros! No me siento avergonzado de ser español y estoy harto de que los extranjeros se meen en la bandera”. Por eso reconoce que pinta el momento épico, porque quiere dar a conocer las gestas. Que defendemos lo indefendible y debemos sentirnos orgullosos de esto. “No podemos negarlo: somos lobos”, explica el artista que habla con desencanto de las vanguardias que, a principios del siglo XX, destruyeron la pintura clásica. “Un abstracto lo pintas en 20 minutos y te pagan diez veces más. Un cuadro de historia no es fácil, hay que documentarse mucho. El pasado es muy complicado”.
El pintor de batallas tiene una colección completa de espadas del ejército del siglo XIX a la entrada de su vivienda. Es un coleccionista del pasado bélico, pero necesita paz y un mercado estable para seguir reproduciendo sus imágenes de honor y resistencia. Nunca pinta mujeres porque dice que no sabe hacerlas, que le salen muy hombres. Pero sí hay, al menos, una, que levanta a su bebé en brazos para que su padre, soldado a caballo que se va a hacer la guerra, se despida de él. No hace mujeres ni representa el lado innoble de las contiendas, es decir, las torturas, las violaciones, las barbaridades. “Esa no es la esencia española. Busco la parte honorable de los soldados”, dice. Otro tabú en su carrera: la Guerra Civil. “Me gustaría porque hay escenas muy bonitas, como la del cruce del Ebro, pero es un arma política y así no puedo pintarlo”, lamenta. A la División Azul sí la ha pintado.
En la batalla de la pintura, Ferrer-Dalmau desaloja el cuadro de alegorías. Su pintura es de acción, contra lo simbólico, pero a favor del símbolo. La bandera y son buenos tiempos para el mercado de la demanda y exaltación del símbolo. Por eso propuso al anterior ministro de Exteriores crear un taller de pintores que se dedicaran a levantar grandes murales, esculturas, cuadros “inmensos” sobre acontecimientos que no tienen representación iconográfica. “No podemos permitir que ese americano diga que Colón fue un genocida”, subraya. La obra de Ferrer-Dalmau es propaganda sentimental, una especie de 'Sálvame' militarizado que agarra al espectador por sus emociones, gracias a escenas de sangre, sudor y miseria. “En España no pintamos sucio”, dice. Y tiene razón, quizás porque la épica siempre tiene un lado nauseabundo.
Peio H. Riaño (El País)
Su página web es Augusto Ferrer-Dalmau
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