Macrofotografía extrema
Hormiga. Ampliación aproximada 5x Javier Rupérez/Solent News
Lo que el ojo no ve. El fotógrafo Javier Rupérez cuenta cómo fotografía los insectos.
Existe un micromundo que nuestros ojos no son capaces de percibir. El mundo de los insectos desde nuestra capacidad visual son simples bichitos, pero si lo observamos a través de la macrofotografía extrema descubriremos un nuevo mundo de seres peludos y de apariencia monstruosa. El fotógrafo malagueño Javier Rupérez cuenta cómo con la técnica de apilado es capaz de mostrar ese mundo oculto al ojo humano.
Ojos de araña saltarina. Ampliación aproximada 10x Javier Rupérez/Solent News
La afición de Rupérez por la fotografía viene de muy atrás, de la época analógica. Pero fue la revolución de la fotografía digital la que desarrolló en Javier la especialidad del macro extremo. Cuando hablamos de macro “normal”, estamos hablando de ampliaciones relativamente discretas, como máximo de una relación 1x, pero cuando hablamos de macro extremo, todo es mucho más complejo, hablamos de ampliaciones que van desde 2x a 12x normalmente, y a veces hasta 20x, 60x o incluso más. Es una vuelta de tuerca al macro tradicional, que con el adecuado tratamiento informático, ofrece una nueva perspectiva de lo que es realmente pequeño.
Ampliación aproximada 1,75x Javier Rupérez/Solent News
La técnica del apilado: El apilado es la base del macro extremo, es el método que permite obtener una fotografía de enorme aumento con todo el plano enfocado. “Cuando hacemos macro extremo, a veces estamos fotografiando insectos que en total miden no más de 3 ó 4 mm. Por tanto, este tipo de insectos tan pequeños requieren ampliaciones enormes, si queremos cubrir todo el sensor de la cámara. Esto solo se puede conseguir con objetivos específicos, y mediante la técnica del apilado. Lo primero que hay que entender es por qué´ son necesarias muchas fotografías para captar un solo insecto, y también hay que entender qué es a lo que llamamos “un apilado” y por qué es necesario. Aquí entra en juego la profundidad de campo (PDC). Si en macro digamos “normal” la profundidad de campo es a veces crítica para los fotógrafos, lo que obliga a cerrar diafragma para intentar sacar a foco la mayor parte del protagonista, cuando hablamos de macro extremo (ampliaciones de más de 2x) la PDC es ínfima, casi inexistente. Por tanto, si queremos fotografiar un insecto digamos a 7x de ampliación, por ejemplo, y que esté completamente enfocado, necesitaremos hacer aproximádamente 200 fotos o más para conseguirlo. Pero ¿para qué tantas fotos? En resumen diré que son necesarias para poder hacer una pila con ellas, y obtener, por medio de un software especializado, la parte enfocada de cada una de las fotografías, uniendo todas ellas en una sola fotografía en la que el foco es completo en todo el insecto (esto es apilar). Y esto es lo que era imposible de conseguir en la época de la fotografía analógica, por razones obvias”. Dice Javier Rupérez
Sistema que usa Rupérez para hacer fotografía macro extremo con la técnica de apilado.
El picudo rojo como nunca lo habíamos visto
Picudo rojo. Javier Ruperez/Solent News
El picudo rojo es la amenaza más peligrosa y destructiva para las palmeras de todo el mundo. Javier Rupérez ha conseguido fotografiar a este insecto que vive a costa de las palmeras, es decir, se alimenta de ellas debilitándolas y matándolas finalmente si no se tratan correctamente.
Cómo conseguir que los insectos 'posen' para las fotografías: “Hay que tener en cuenta en el macro extremo es necesario hacer más de 100 fotografías a un insecto, es absolutamente imprescindible que el insecto no se mueva en absoluto durante la sesión. Esto solo se consigue trabajando con insectos muertos. Por tanto, nuestro desafío es conseguir que el insecto “parezca vivo”, lo que no es nada fácil. La conservación y posicionamiento de los insectos es de una complejidad enorme, y a veces es la parte más importante en la consecución de una buena fotografía de macro extremo. Los insectos una vez que mueren, empiezan a estropearse, los ojos abandonan rápidamente su color original, en la mayoría de los casos, y se complica mucho todo. Por ello, es casi imprescindible hacer el trabajo inmediatamente después de su muerte, antes de que empiece la fase de deterioro. Hay personas que se plantean si es moral o no fotografiar insectos no vivos. Yo veo nuestra especialidad como un trabajo más parecido a la entomolgía, y nuestros resultados pueden ayudar enormemente a los entomólogos a estudiar e identificar las distintas especies de insectos, y de hecho me consta que les ayuda. Procuramos respetar siempre a los seres vivos, y únicamente hacemos lo necesario para poder realizar nuestro trabajo. De otro modo, sería imposible conseguir estas fotografías”. Dice Rupérez.
Mosca de la fruta. Ampliación aproximada 8,8x Javier Ruperez/Solent News
Equipo fotográfico: Actualmente Rupérez usa un cuerpo de cámara réflex Canon EOS 50D de tipo APSc. Antiguos objetivos de ampliadora, como el Schneider Kreuznach Componon-S 50 mm f2,8, el Rodenstock Rodagon 80mm f4, o el Rodagon 105mm f5,6. Antiguos objetivos utilizados para la industria, como el JML Optical 21 mm f3,5, e incluso objetivos de microscopio, como los Nikon BD Plan 10x o Nikon BD Plan 20x. Un fuelle “Canon Auto Bellows” de la época analógica, de gran precisión a pesar de ser antiguo. Para iluminar utiliza sencillas lámparas led, que a su vez requieren de diversos difusores, para tamizar la luz, y conseguir un ambiente adecuado. “Me gustaría reseñar que siempre he trabajado el macro extremo con mi amigo Gabriel Postigo, otro fotógrafo que trabaja habitualmente conmigo, ya que entre los dos, hemos conseguido el estudio y la técnica que actualmente utilizamos”.
Ojos de araña. Apilado de 261 fotos. Ampliación 15,5x Javier Ruperez/Solent News
Fuente: Miguel Morenatti
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