Perdido en Madrid durante la Guerra Civil
Colección de fotografías del patrimonio perdido de Madrid durante la Guerra Civil. La contienda destruyó todo tipo de edificios emblemáticos: iglesias, palacios, fortines y recintos deportivos
Fuente: El País
El Frontón Recoletos, frente a la Biblioteca Nacional, se inauguró en febrero de 1936. ALEJANDRO ALMAZÁN PECES ARCHIVO PANDO / INSTITUTO DEL PATRIMONIO NACIONAL DE ESPAÑA
La cubierta laminar del antiguo Frontón Recoletos, obra del ingeniero Eduardo Torroja (autor del edificio junto al arquitecto Secundino Zuazo), era un prodigio estructural único en su época, según los especialistas. En la imagen, la cubierta en pleno proceso de construcción. ALEJANDRO ALMAZÁN PECES ARCHIVO PANDO / INSTITUTO DEL PATRIMONIO NACIONAL DE ESPAÑA
Los bombardeos durante la Guerra Civil dañaron gravemente el edificio. Fue reconstruido, pero con otra cubierta más barata. En la imagen, el interior del frontón antes de su destrucción. ALEJANDRO ALMAZÁN PECES ARCHIVO PANDO / INSTITUTO DEL PATRIMONIO NACIONAL DE ESPAÑA
El palacio del Marquesado de la Torrecilla, en la calle de Alcalá, fue construido en la primera mitad del siglo XVIII por el arquitecto Pedro de Ribera, autor también del puente de Toledo o el cuartel del Conde Duque. El palacio fue posta de Correos, sede del Círculo de Bellas Artes y del Centro Asturiano. Durante la Guerra Civil fue víctima de bombardeos tan intensos (por estar justo al lado de la sede de la Junta de Defensa) que solo dejaron en pie su fachada (fotografía de la izquierda). Después de la guerra, el edificio se incorporó al contiguo Ministerio de Hacienda, pero conservando una parte de la fachada, que hoy corresponde al número 5 de la calle de Alcalá (imagen de la derecha). INSTITUTO DEL PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA / RAÚL CANCIO
La Iglesia del Buen Suceso se trasladó en la década de 1860 desde su ubicación original en la Puerta del Sol a la confluencia entre las calles de la Princesa y de Quintana. En la imagen, la obra de Agustín Ortiz de Villajos. J. LAURENT ARCHIVO RUIZ VERNACCI / INSTITUTO DEL PATRIMONIO NACIONAL DE ESPAÑA
La iglesia fue saqueada y quemada en julio de 1936. Después, se convirtió en objetivo de las tropas franquistas por albergar un cuartel miliciano. El primer bombardeo, a primeros de noviembre, destrozó el lateral izquierdo (como se puede ver en la imagen). Dos semanas más tarde, impacto directamente y causó mayores destrozos. Después de la guerra, "intereses financieros frenaron la recuperación del edificio", escribe la profesora María Andrés Urtasun en el libro 'Arquitectura perdida. Madrid (1931-1939)'. ARCHIVO ROJO / ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN
El Cuartel de la Montaña (a la izquierda, al fondo de la fotografía), se construyó en 1860, con dinero procedente de la venta de bienes eclesiásticos, en el promontorio más occidental de la montaña de Príncipe Pío.
"Era el cuartel de la Montaña un enorme edificio de tres plantas y dos patios principales y otro de servicio, lo que le permitía albergar una importante fuerza", escribe Jesús Cantera en el libro 'La arquitectura militar en el reinado de Alfonso XII'. J. LAURENT ARCHIVO RUIZ VERNACCI / INSTITUTO DEL PATRIMONIO NACIONAL DE ESPAÑA
El 18 de julio de 1936 fue el escenario de los primeros combates en Madrid, cuando el general Fanjul se levantó contra la República y se atrincheró allí con 1.500 hombres. Las tropas republicanas asediaron el cuartel, con bombardeo de artillería incluido, hasta que lo tomaron. En noviembre, tras unos días de intenso bombardeo rebelde, fue evacuado. ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN
Terminada la guerra, la enorme parcela sobre la montaña de Príncipe Pío estuvo prácticamente abandonada durante décadas (hubo un proyecto frustrado para construir una gran sede de Falange Española y llegó a albergar en una parte unas canchas deportivas). A finales de los años sesenta se decidió instalar allí el Templo de Debod, alrededor del cual se construyó un gran parque (en la imagen, a la izquierda). A. F.
La cárcel Modelo de Madrid, construida en Moncloa en la década de 1880, fue la primera que utilizaba en España la arquitectura panóptica, consistente en galerías celulares radiales que confluyen en un rotonda central que permite vigilar desde allí fácilmente todo el edificio sin necesidad de mucho personal. ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN
Durante la guerra, el edificio cumplía todas las condiciones para ser un fortín militar y su torre era un punto de observación perfecto justo en la línea del frente de la Ciudad Universitaria, lo que le convirtió en un blanco prioritario de la artillería franquista. A finales de diciembre de 1936 ya estaba completamente destruida. GETTY IMAGES
Después de la guerra, en septiembre de 1936, fue demolido lo que quedaba del edificio, y en diciembre de 1943 se colocó la primera piedra del actual cuartel general del Ejército del Aire, en la plaza de Moncloa. SAMUEL SÁNCHEZ
El Instituto Nacional de Higiene Alfonso XIII estaba ubicado en un palacio neobarroco en la Ciudad Universitaria. Creado en 1911, su director fue el premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal. ARCHIVO LOTY / ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN
En pleno frente de la Ciudad Universitaria, quedó completamente destruido durante la guerra. ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN
En los años cincuenta, se construyó en el solar que había dejado el instituto el Colegio Mayor José Antonio. A finales de los setenta se reformó para convertirse en el actual rectorado de la Universidad Complutense (en la imagen). CARLOS ROSILLO
En la década de 1920, se levantó en una finca de Moncloa la casa de Francia en Madrid, más conocida como Casa de Velázquez, un gran palacio de tipo barroco español de planta cuadrada con salientes en las esquinas (las torres) y organizado en torno a un gran patio central. La entrada monumental era el pórtico del antiguo palacio de Oñate (del siglo XVII) cedido por el Gobierno español. ARCHIVO LOTY / ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN
La Casa de Velázquez quedó justo en mitad del frente de Ciudad Universitaria durante la Guerra Civil. En la imagen, el palacio con serio daños al principio de la contienda.
El edificio, completamente destruido al final de la contienda, quedó abandonado durante varios lustros hasta que el Gobierno francés, terminada la Segunda Guerra Mundial y reconstruido su país, sufragó la reconstrucción del edificio. Aunque con numerosos cambios respecto del original. LUIS SEVILLANO
La arquitectura que Madrid perdió bajo las bombas
Durante la Guerra Civil y los convulsos años que la precedieron se destruyeron todo tipo de edificios emblemáticos. Un libro hace inventario de todos ellos
El último día de febrero de 1936 se inauguró en Madrid, entre las calles de Villanueva y del Cid, frente a la Biblioteca Nacional, el Frontón Recoletos. En el partido más emocionante que se jugó aquella tarde, “el veterano Irigoyen [...] batiéndose como en sus años juveniles” venció por 45 a 43, junto al “seguro Ugarte”, a la pareja formada por “el impetuoso Aspiroz y el maestro Zabaleta”. Así lo narraron los periódicos al día siguiente, aunque, más allá de lo deportivo, todas las crónicas insistieron en la espectacularidad del edificio, de moderna y atrevida arquitectura. En ella, destacaba una cubierta de estructura laminar que salvaba “55 metros, con 8 centímetros de espesor solamente, sin ayuda de vigas ni armaduras”, decía una publicación especializada poco antes de su inauguración. Diseñada por el ingeniero Eduardo Torroja (autor del edificio junto al arquitecto Secundino Zuazo), suponía “un alarde estructural único en su época”, vuelve a insistir hoy Cándido López, profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Coruña.
Sin embargo, apenas unos pocos meses después de su inauguración, comenzó la Guerra Civil y, con ella, un asedio a la capital durante el que un obús cayó sobre el frontón. El impacto dejó la estructura tan débil que acabó provocando el derrumbe de aquella maravillosa cubierta en el verano de 1939, justo cuando los técnicos trataban de averiguar la mejor manera de reparar los daños. El frontón se rehízo, y volvió a funcionar como recinto deportivo durante décadas hasta su derribo final en 1973 (hoy ocupa su espacio un apartahotel). Pero aquella cubierta nunca se llegó a rehacer porque era muy caro.
Se trata solo de un ejemplo del patrimonio arquitectónico que se perdió en Madrid durante la guerra y los convulsos años que la precedieron. Solo entre 1936 y 1937, el Ministerio de Obras Públicas de la República constató en un informe que el 39% de los edificios protegidos (3.178 de casi 8.000) estaban deteriorados, otros 219 semidestruidos y 146 más totalmente arrasados. Lo recoge la historiadora María Andrés Urtasun en el libro Arquitectura perdida. Madrid (1931-1939) (Y Editorial, 2017), que contiene un minucioso listado de todas las obras devastadas en aquellos años en toda la Comunidad de Madrid, resultado de 15 años de investigación.
Hay memoria de iglesias quemadas por los movimientos de izquierda —como la de San Luis, en la calle de la Montera, muy cerca de la Puerta del Sol—, palacios arrasados por las bombas franquistas —como el del Marqués de la Torrecilla en la calle de Alcalá— o en mitad del fuego cruzado —la Casa de Velázquez en la Ciudad Universitaria, por ejemplo—. Y, entre todas las historias, una conclusión salomónica de la autora: “Ni todo fueron destrozos de los republicanos ni todo de las bombas de los nacionales”. A las destrucciones intencionadas —sobre todo de patrimonio eclesiástico— antes y en los primeros momentos de la guerra, le siguieron a partir de 1937 las de origen militar, la mayoría causadas por la artillería franquista, a lo que se sumaba la situación de abandono y los saqueos por pura necesidad —se quemaron maderas de vigas, puertas y ventanas para combatir el frío—.
Al final, aunque Madrid no quedó completamente arrasado como después acabarían otras capitales europeas en la Segunda Guerra Mundial, sí sufrió una importante pérdida patrimonial. Incluso, en la mayoría de los casos en que se reconstruyeron los edificios, pues fruto de unos trabajos acometidos sin apenas dinero, resultaron en pálido reflejo de lo que habían sido. Sin contar todos aquellos que directamente se perdieron para siempre.
En esta categoría está la Cárcel Modelo de Madrid, ejemplo de la arquitectura panóptica del siglo XIX, consistente en galerías celulares radiales que confluyen en una rotonda central que permite vigilar desde allí fácilmente todo el edificio. O el palacete que acogió la sede del Instituto nacional de Higiene Alfonso XIII, que ocupaba el solar en el que hoy se levanta el Rectorado de la Universidad Complutense. O la basílica de la Virgen de Atocha (entre la avenida de Ciudad de barcelona y el paseo de la Reina Cristina). O el palacio de Santa Elena en el paseo de la Castellana...
Autor: J. A. Aunión
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