Ted Nugent

Biografía de Ted Nugent

Una guitarra incendiaria que se abalanza sobre el público y una rabiosa voluntad de potencia sonora: ciertamente, Ted Nugent no se echa atrás cuando se trata de hacer un rock tan duro como pesado. No tiene preocupaciones intelectuales: en él todo es pasión, movimiento, vitalidad y acción. Sus ideas sobre el rock siempre han sido sencillas y directas, a veces incluso un poco banales, pero, sin duda, fascinantes para los millones de fans que sobre todo en Estados Unidos lo llevaron al éxito. Un gran público que en 1981 decretó el triunfo del álbum 'Intensities in ten cities', grabado en directo durante una gira y que recoge los mejores conciertos dados, como indica el título, en diez ciudades.

En todas las entrevistas que ha concedido, Nugent siempre se ha definido como un músico perdido en su propia música, con pocos (incluso poquísimos) intereses extramusicales, ni siquiera la lectura («¿Qué es eso de un libro?» declaró en una ocasión). En 1975, a principios de su carrera solista, si se le preguntaba qué era el rock respondía: «¿Qué demonios quieres que sea? No es precisamente una música para intelectuales delicados que no saben donde poner las manos y se maravillan de todo lo que los rodea. Para mí, el rock es una experiencia total: es sudar en el escenario, cuando los oídos retumban por el volumen del sonido. Y luego es sexo: lucirse ante las mujeres, ligárselas en el coche, beber unas latas de cerveza mientras la radio emite tus canciones favoritas. Eso es el rock. Todo lo demás, es paisaje: si alguien quiere pararse a mirarlo, me parece muy bien, pero el auténtico plato fuerte es algo más sustancioso.»

De lo sustancioso del plato de Nugent, dan fe los millones de fans que compran sus discos y que abarrotan sus conciertos. Para Nugent, ésta es una pasión seria y profunda, que administra con sabiduría. Una evidencia de su talento se dio en 1989, cuando el guitarrista, ansioso por cambiar de ruta, aunque no de forma radical, retiró su nombre de la escena para formar los Damn Yankees, grupo duro como pocos, en el que Nugent juega a ser «uno de tantos». Y el resultado de este cambio no tardó en llegar: el primer disco de este grupo conquistó el doble álbum de platino, un hecho que demuestra que el guitarrista de Detroit no ha perdido su «toque mágico» a pesar de que ya tenía entonces más de cuarenta años.

También en su única afición no musical Nugent se ha rodeado de una peculiar teoría. Él, famoso cazador, uno de los fundadores de la asociación americana de caza con arco, nunca ha mantenido en secreto esta pasión. Y cuando en Estados Unidos un grupo de artistas fundó una liga vegetariana, Nugent reaccionó airadamente: «¿Pero qué demonios pretende esa gente? Cuando oigo hablar de cantantes como Belinda Carlisle y Chrissie Hynde, esas patéticas militantes vegetarianas, me entran ataques de risa por la pobreza de sus argumentos. ¿Qué tienen contra la caza? ¿Acaso el jaguar no caza al antílope? Yo sé que la caza es una necesidad y que, por lo demás, es fascinante.»

Este es Ted Nugent: un tipo que provoca aceptaciones incondicionales o rechazos absolutos, no hay término medio ya que él tampoco tiene término medio. Para Nugent el rock es un camino, hermoso o brutal, que sigue sin vacilaciones.

Ted Nugent empezó a recorrer esta ruta en Detroit, donde nació el 13 de diciembre de 1948. De modo que su ciudad es la legendaria «Motortown», que ha desarrollado un papel fundamental en la industria automovilística, pero también en la música: el soul de la Tamla Motown y el rock brutal de Iggy Pop, The Stooges y MC5.

A los doce años Ted seguía todas las incidencias del mundo del rock, e incluso a esa edad tan temprana formó su primer grupo, The Royal High Boys, al que siguió The Lourdes. A los dieciséis años ya estaba actuando en el famoso local «Cobo Hall», entreteniendo al público antes de que salieran al escenario los cantantes más famosos (The Supremes, The Beau Brummels, etc). Pero el joven Ted quería algo más. En 1965 se trasladó a Chicago y decidió dedicarse seriamente a la música para formar los Amboy Dukes, la primera banda importante de su carrera. Sin embargo, el proyecto del grupo no estaba muy claro; sus miembros eran demasiado jovenes y también la escena musical de aquellos años era demasiado voluble. En efecto, en aquel período, Estados Unidos tenía la fortuna de presenciar una de sus mayores renovaciones musicales y para quien no tenía las ideas claras (como el Nugent de entonces) el hecho podía ser un problema.

Desde 1967 hasta 1975 los Amboy Dukes trabajaron mucho, obtuvieron más de un hit, como con 'Journey to the center of the mind', pero el gran éxito no les tocó. Respecto a aquella época, Nugent recuerda: «The Amboy Dukes fueron muy importantes para mí, pero era normal que no triunfásemos. Nos faltaba entonces experiencia..., aunque por lo menos yo la adquirí en aquel período. Eramos decididos, pero no lo suficiente.»

Durante aquel aprendizaje Nugent se curtió tocando numerosas canciones de los Rolling Stones, aceleradas versiones de 'Baby please don’t go' de los Them (publicada en el primer disco de los Amboy Dukes), de 'I feel free', de Cream, y de 'It’s not time', de los Who. 'The Amboy Dukes', del año 1968, 'Journey to the center of the mind' (1968) y 'Migration' (1969) fueron los álbumes de aquel primer período lleno de creatividad, pero también de contradicciones... En los años setenta, los Amboy Dukes grabaron también un par de álbumes con la Discreet Records de Frank Zappa: 'Call of the wild' y 'Tooth, fang & claw' (ambos de 1975). Pero todos estos discos pasaron inadvertidos (si se excluye a cierto número de fans que Nugent ya se había ganado), aunque contribuyeron a la transformación definitiva de lo que sería la futura máquina de fuego sonoro llamada Ted Nugent. En efecto, cada vez con mayor frecuencia, el guitarrista y cantante se inclinaba hacia un sonido pesado que se basaba en la máxima libertad de su guitarra, desarrollada a través de una infinidad de solos, sobre un tapete rítmico que machacaba cualquier incertidumbre.

En 1975 Nugent se separó de los Amboy Dukes y firmó un contrato con el sello Epic, publicando después su primer álbum. Cada detalle fue estudiado meticulosamente: la promoción supuso una inversión colosal y muy pronto el disco entró en las listas, alcanzando altas posiciones gracias a una intensa gira de conciertos. De esta forma, Ted Nugent se convirtió en un personaje conocido en todo el país; los adolescentes cayeron subyugados por su música potente y metálica y también por su imagen exuberante: Nugent corría por el escenario, saltaba, sudaba a mares en una compenetración total, física y mental, con el rock.

En 1976 el álbum 'Free for all' (con Meat Loaf como el vocalista invitado) confirmó su éxito, pero fue en 1977 cuando el huracán Nugent alcanzó su máxima velocidad... 'Cat scratch fever' es la obra maestra del guitarrista: todas las canciones del álbum tienen un efecto devastador a pesar de su aparente sencillez. La gran gira de 1978 terminó con la publicación del 'Double live Gonzo!', disco doble que, sin embargo, no logró transmitir la atmósfera explosiva de aquella gran serie de conciertos del Ted Nugent Tour, una gira que significativamente se presentaba con las siglas «TNT».

Aprovechando el éxito de su música, Nugent desarrolló una gran campaña de promoción que todavía le dio más fama. En 1978 se tomó unas vacaciones en Alaska y luego en África, donde participó en un safari. Durante dos semanas vivió como siempre había soñado: rodeado de fusiles. De esta manera, cuando regresó no tuvo dudas sobre cómo sería la portada de su siguiente álbum: él mismo con una guitarra en forma de cañón en el momento de disparar... Era 'Weekend warriors' (1978), disco que fue seguido por 'State of shock' (1979).

Ambos álbumes permanecieron mucho tiempo en la zona más alta de las listas y contribuyeron a la definición del género del heavy metal, que estaba surgiendo en Gran Bretaña en aquel mismo momento. Los ochenta se iniciaron para Nugent con igual intensidad, pero con algunos problemas: a excepción del ya citado 'Intensities in ten cities' (1981), en efecto, 'Scream dream' (1980), 'Nugent', de 1982, y 'Penetrator' (1984) confirmaban el estilo músico pero marcaron un progresivo descenso en las ventas, provocado por la excesiva repetitividad de sus fórmulas y por apariciónes de nuevos talentos en el sonido «pesado» (Van Halen, por ejemplo) que se inspiraban precisamente en Nugent.

En este punto, el guitarrista ralentizó un poco sus actividades y cambió de compañía discográfica (sin bajar el volumen del sonido por supuesto). Evitó las giras continuas y los discos anuales y se hizo desear por el público. La estrategia resultó acertada: 'Little miss dangerous' (1986) e 'If you can’t lick’em... lick’em' (1988), fueron premiados por el éxito. Además, Nugent participó en un capítulo de Miami Vice (en un papel de asesino a sueldo).

Finalmente, en 1989 fundó el grupo Damn Yankees, enésima transformación de un músico arrollador. Con esta banda el guitarrista se pudo «esconder» en un grupo sin renunciar a su personalidad ni mucho menos dejar de ser un líder.

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Fuente del texto: Historias de Rock